2 Nisan 2012 Pazartesi

EL BAÑO TURCO


Los baños turcos (hamams) recuerdan mucho a las termas romanas. Son unos edificios grandes de piedra cuyos muros interiores están revestidos de mármol o de estuco. Las bóvedas están caladas por orificios recubiertos por campanas de vidrio que deja que penetre la luz del día. Las salas se cierran con unas puertas forradas de cuero para conservar el calor. Los baños turcos sorprendieron y al mismo tiempo sedujeron a los viajeros occidentales. En el siglo XVIII, Jean Thévenot hizo una minuciosa descripcíon de los hamams en su Viaja al Levante:  “Describiré el de Tophane, cercano a uno soberbia mezquita, pues se trata de uno de los más hermosos que he visto. Se entra por una vasta sala cuadrada, de unos 20 pies de largo y con un techo muy alto. A lo largo de los muros de esta sala se suceden unos bancos de madera. Son tan largos como el muro, la mitad de altos y están cubiertos por esteras.”

Las cartas de Lady Montague, que visitó los baños de Edirne y de Estambul,  alimentaron la inspiración del pintor ingles, que realizó en 1862 un cuadro sobre este tema: El baño turco. La imaginación occidental ha convertido al hamam y al harén en los dos polos de inspiracion de una visión exótica y erótica de oriente. Las descripciones que estos lugares ofrecieron los pintores franceses e italianos que visitaron Estambul, acrecentaron esta fascinación. Lady Montgue señala el valor social y a veces ambiguo de lso hamams femeninos; los baños son para las mujeres lo que el café para los hombres.  

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